Una nota de ese departamento informa de que este cultivo ha experimentado un incremento en los últimos años en las islas al no necesitar excesiva mano de obra y ser cada vez más demandado en el mercado exterior.
La nota agrega la empresa pública Gestión del Medio Rural (GMR) y el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) ha editado una publicación, elaborada por los técnicos Cristina Rodríguez Padrón, Felipe Siverio de la Rosa y Ana Rodríguez Pérez, dirigida fundamentalmente a viveristas, agricultores y técnicos para recordar y actualizar la información sobre esta plaga, sus efectos y las medidas para evitar su introducción.
El folleto recoge las directrices que deben seguir los viveros para obtener plantas libres de esta enfermedad y de las medidas a aplicar en el caso de presentarse síntomas de esta enfermedad.
Agricultura considera que todas estas acciones sirven para proteger al vivero de la introducción de este y otros patógenos y contribuyen a mejorar la formación de su personal en materia de seguridad fitosanitaria, generar hábitos de trabajo adecuados y evitar prácticas de riesgo.
Este organismo nocivo, detectado en Canarias desde los años 70, destruye las raíces del árbol y puede llegar a ocasionar la muerte en los casos más graves.
Los primeros síntomas de esta enfermedad se manifiestan en las hojas, el árbol detiene su crecimiento y comienza a presentar una marchitez que progresa en sentido descendente mientras que la producción disminuye significativamente tanto en cantidad como en calidad.