En declaraciones al periódico, sindicalistas agrícolas franceses acusaron a los grupos de distribución de afirmar que sólo comercializan fruta nacional, pero en la práctica venden la española, sobre todo en las tiendas alejadas de las áreas de cultivo, donde creen que no tendrán controles de verificación.
Y se quejaron de que «nuestra producción nacional se queda en los árboles o en las cámaras frigoríficas». Por su parte, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha condenado duramente la acción y ha mostrado su frustración. «Pedimos que los ataques fueran cosa del pasado y sin embargo vemos que están de plena actualidad», han señalado en un comunicado.
«Los franceses protestan porque las mercancías españolas llegan sin precio y sin contrato a su mercado. Precisamente la principal queja de los agricultores españoles, que demandan desde hace años un contrato obligatorio y homologado para vender su fruta», ha puntualizado. Se estaría produciendo, a juicio de UPA, la «paradoja absurda de agricultores a uno y otro lado de los Pirineos luchando entre sí, cuando los culpables -y principales beneficiarios- serían los intermediarios y la distribución».