Explica, en una entrevista con Efeagro, que los «costes ocultos» de la producción agroalimentaria industrial son los derivados de contaminar el suelo, el aire, el agua y destruir la biodiversidad, que también afectan a la salud, en referencia a la resistencia a antibióticos generados por su uso en la ganadería intensiva.
«Esos costes el ciudadano los tiene que pagar», aunque sea indirectamente, por ello Colmenares, firme defensor de la producción ecológica, asegura que «una agricultura sin plaguicidas es posible; hay que apoyarla, porque es más sana para el consumidor y para el planeta». Si en el precio final de los alimentos convencionales se reflejaran todos esos costes para contrarrestar su impacto negativo sobre el entorno, éstos serían bastante más caros que los ecológicos según Colmenares.
En este contexto la Fundación Triodos (entidad sin ánimo de lucro vinculada a Triodos Bank, banco ético que solo financia en el área de la agricultura y la alimentación iniciativas ecológicas) se embarcó, junto con la Asociación Vida Sana, en el proyecto de huertos educativos ecológicos, como herramienta pedagógica para visibilizar y poner en valor este método de producción.



















