Así, la Ministra ha declarado que, en su opinión, existe un conflicto de intereses respecto al reverdecimiento de la PAC: por una parte se espera que el sector agrario aumente tanto la producción de alimentos como la de materias
primas renovables y, por otra, se le recorta el potencial productivo por pretender que dediquen, de forma preferente, una parte de sus tierras a fines ecológicos. En este punto, las ideas de Bruselas no se corresponden con las
necesidades reales, ha dicho Aigner. La Ministra ha señalado asimismo que en las próximas negociaciones a nivel europeo, insistirá en que las superficies de cultivo en las que ya se están aplicando medidas agroambientales sean
valoradas como superficies en las que ya se aplica el reverdecimiento. En Alemania, a día de hoy, estas superficies suponen el 45% de la superficie agrícola útil.
La Ministra no ha rechazado rotundamente el establecimiento de normas para la rotación de cultivos, sin embargo cree
que aún hay mucho que aclarar, como por ejemplo en todo lo que se refiere a las explotaciones con prados y praderas. La Ministra ha vuelto a posicionarse totalmente en contra de un recorte de los pagos directos en función del
tamaño de las explotaciones, así como de la introducción de determinados umbrales para dichas ayudas. Aigner ha declarado que la idea de tener en cuenta las remuneraciones pagadas y declaradas por el agricultor a la hora de
realizar el cálculo de las ayudas supondría una carga burocrática muy grande para un efecto tan reducido, ya que en Alemania la aplicación del modelo de limitación del pago no afectaría a más de 25 explotaciones.
Otro punto conflictivo para Aigner es la definición de agricultor activo: Los agricultores a tiempo parcial no pueden acabar siendo los perdedores de esta regulación, ha señalado. Sin embargo, la Ministra se ha mostrado satisfecha
con el plan de la Comisión para llevar a cabo el desacoplamiento de los pagos directos en toda la UE, ya que se reconoce así el papel pionero que Alemania asumió en su momento con la introducción y el desarrollo de estos pagos
para establecer un régimen de pago único con ayudas por superficie uniformes a nivel regional.
La Asociación Alemana de Agricultores (DBV), por su parte, ha declarado que Europa necesita un crecimiento sostenible en los sectores de la producción de alimentos, materias primas renovables y bioenergía, y subrayó
asimismo que, durante la crisis económica y financiera de 2008, el sector agrario contribuyó en gran medida al crecimiento económico. Sin embargo, según la DBV, lamentablemente, la Comisión no ha tenido en absoluto en
cuenta la enorme importancia económica que tiene este sector. La asociación advierte contra una sobrevaloración del concepto reverdecimiento, ya que ello conduciría a emprender, en cierto modo de forma forzada, el camino erróneo
hacia la extensificación y el abandono de tierras. Una política que subvencione el abandono de 600.000 hectáreas en Alemania es económicamente absurda y carece de objetivos desde el punto de vista ecológico, ha señalado la DBV.
La asociación, sin embargo, apoya expresamente los programas agroambientales del segundo pilar. Además, exige que las gestiones relacionadas con la protección de la naturaleza no se liguen a penalizaciones sino a incentivos para
los agricultores.
La Federación Alemana de Cooperativas Raiffeisen (DRV), por su parte, echa de menos propuestas enfocadas a mejorar la competitividad del sector agrario europeo, criticando que la idea de excluir del derecho a recibir ayudas a
aquellas empresas de comercialización que facturen más de 50 millones de al año no contribuye en modo alguno a lograr los objetivos buscados.





















