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Los investigadores españoles centran su atención en las propiedades curativas del ajo

Las civilizaciones egipcias y babilonias conocían las propiedades nutricionales y curativas del ajo, aunque ha habido que esperar al siglo XX para arrojar algo más de luz de una manera científica sobre sus efectos antitumorales, vasodilatadores o para facilitar el torrente sanguíneo.

Las investigaciones sobre las propiedades del ajo, entre ellas las del Premio Nobel Arthur Stoll, avalan que la aplicación de ciertos extractos de este producto tan característico de la Dieta Mediterránea puede reducir las células cancerosas en pacientes afectados por cáncer de próstata.

Así lo han explicado los investigadores del Hospital Ramón y Cajal de Madrid Pedro Cuevas y Javier Angulo, antes de detallar sus avances en sus respectivas ponencias acerca de los efectos del ajo sobre cáncer y la disfunción eréctil, en una presentación organizada por la IGP Ajo Morado de las Pedroñeras en la feria hortofrutícola «Fruit Attraction».

Cuevas, jefe de Servicio de Histología-Investigación de este centro ha destacado que existen estudios epidemiológicos que «demuestran la menor incidencia en distintos tipos de cáncer en personas alimentadas con una dieta de ajo» y otras investigaciones experimentales no clínicas sobre el efecto de los extractos activos de ajo en el crecimiento de las células tumorales.

Ha asegurado que su equipo ha comprobado en células procedentes de tumores humanos de cáncer próstata que «cuando son tratadas con distintas concentraciones de extracto de ajo son capaces de decrecer».

Tras recordar además que en cardiología se conocen desde hace años los efectos «cardiosaludables» del ajo, ha valorado que hoy se ha avanzado también sobre sus implicaciones moleculares.

Respecto a su aplicación farmacológica, ha precisado que sus efectos se materializan «a través de gases que se generan cuando entran en contacto distintas partes del ajo y ninguna empresa podría meter un gas en una pastilla».

Lo que sí sería interesante en el futuro, en su opinión, es encontrar moléculas donadoras de los gases que contiene el ajo y «eso no es complicado, se puede desarrollar».

Javier Angulo, por su parte, ha apostillado que se trataría de buscar «un medicamento que pueda liberar dentro del organismo ese gas beneficioso y eso químicamente es posible e incluso dentro del ajo hay sustancias naturales que pueden hacerlo».

No obstante, los dos investigadores han puntualizado que una cosa es el consumo y otra su uso culinario, ya que «ingerir ajo (ya cocinado) no tiene ningún sentido».

«Otra cosa sería machacado en crudo o mediante suplementos que contengan ajo», según Cuevas, quien ha detallado que los extractos «tienen que elaborarse de tal manera que esos compuestos que tiene el ajo se mantengan en condiciones para funcionar».

«Si con la manera de extraer los componentes del ajo perdemos las sustancias beneficiosas entonces pierden la mayor parte de sus efectos», ha aclarado el investigador.

Respecto a sus posibles efectos contra la disfunción eréctil, Angulo ha afirmado que evalúan la capacidad de relajación que tienen los extractos de ajo sobre las estructuras arteriales del pene, con tejido humano obtenido con pacientes que se somete a una intervención para implantar una prótesis.

El investigador ha constatado que existe un efecto vasodilatador pronunciado de estos extractos que, «al aumentar la función relajadora del tejido eréctil, indican que podrían potencialmente favorecer una función eréctil mejor».

A su juicio, estos extractos «podrían jugar un papel importante para favorecer una función eréctil adecuada», aunque ha descartado que podamos estar hablando de un «nuevo Viagra» natural.

«Digamos que favorece el mismo proceso biológico pero no tiene el mismo mecanismo de acción», ha puntualizado el investigador, quien ha añadido que del ajo aún no se conocen estos mecanismos.