Tras una década de trabajo en este proyecto, el grupo de Genética y Genómica de la Vid del ICVV ha logrado publicar su estudio en la revista científica norteamericana Plant Fisiology y en los próximos días lo expondrán en un congreso internacional en Burdeos.
El equipo del ICVV -entidad en la que colaboran el Gobierno de La Rioja, la Universidad de La Rioja y el CSIC- ha sido coordinado por los investigadores José Miguel Martínez Zapater y Pablo Carbonell Bejerano, que hoy han dado a conocer el hallazgo.
El que una fruta carezca de semillas, cuando normalmente las tiene, se denomina «apirenia» y es algo a lo que cada vez recurre más la industria alimentaria para ofrecer a los consumidores productos sin pepitas, como la sandía, la uva o la chirimoya, ha explicado a Efe Martínez Zapater.
En el caso de la uva, ha detallado, el fenómeno de no desarrollar pepitas está documentado desde hace varios siglos, en una variedad turca denominada «sultanina», y, a partir de esa variedad, se han creado otras uvas sin semilla mediante programas de mejora genética.
Sin embargo, este proceso se realizaba sin conocer la mutación genética que causaba el fenómeno de la «apirenia», ha dicho.
Los investigadores del ICVV recurrieron a variedades de vid generadas y conservadas en el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA); y han utilizado materiales del Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Francia (INRA) de Montpellier.
Con diferentes variedades de uva de mesa, con y sin semillas, utilizaron técnicas genéticas y genómicas y, así, consiguieron «identificar una mutación de un gen que cambia uno de los aminoácidos de una proteína de la uva que se requiere para el desarrollo normal de la envoltura de la semilla», ha explicado.
Así, secuenciaron este gen en 111 variedades de uva con semillas y otras 17 sin ellas; y también en plantas de la variedad «sultanina», con y sin pepitas; y constataron, ha dicho, que «siempre que la planta presenta la mutación, los frutos no desarrollan semillas».
Es decir, «hemos logrado saber cómo sucede algo que ya se hacía, producir uva sin pepita, pero sin haber investigado el mecanismo por el que sucede», ha resaltado Martínez Zapater.
Ha subrayado que este hallazgo tiene importancia para «hacer más eficientes los programas de mejora genética en uva de mesa» porque «se pueden desarrollar marcadores genéticos para la selección de plantas de vid ‘apirenas’ en menor tiempo que ahora, cuando el proceso puede durar años».
Ha ello ha sumado que, al conocer la mutación genética que hace que las pepitas no se desarrollen, «se puede conocer desde el momento de la germinación si una planta dará ese tipo de uvas cuando sea adulta, algo que tarda entre dos y cinco años».
Además, los investigadores consideran que, a partir de ahora, se podrá desarrollar el proceso de la «apirenia» en cualquier variedad de vid al introducir de forma artificial la mutación.
Algo que, en su opinión, puede llevar a que, «en dos o tres generaciones, haya uvas de todo tipo sin pepitas», incluso «las de moscatel o de maduración tardía», que hasta ahora prácticamente solo se consumen con semillas.
También consideran que se podría trasladar el proceso a otros frutos, por ejemplo los cítricos, que cada vez tienen más demanda sin semillas en su interior.
Martínez Zapater ha explicado que este proyecto no ha generado ninguna patente porque «se trata de investigación básica» y «no hemos ahondado en la ingeniería genética a través de él», pero «sus aplicaciones para la industria alimentaria son muchas».
De hecho, ha detallado, en este trabajo han detectado «otra planta que tiene mutaciones similares en el mismo gen», que es la planta del aceite de palma, «en la que si no hay semillas, permite una extracción del aceite más sencilla».
Ha resaltado el «éxito» que para su equipo supone este trabajo porque «la vid no es una planta fácil» para la investigación y ha relatado que se plantean ahora trabajar en «conocer más este gen» y «estudiar en profundidad cómo actúa y cómo cambia la estructura de la proteína», lo que determina que no se puedan desarrollar las semillas.