En algunos casos se ha situado incluso por debajo de los costes de producción, hecho que los agricultores han atribuido a la aplicación del veto ruso y a la falta de expansión en mercados asiáticos y americanos.
Desde que se descubrió un método tecnológico que permite eliminar la astringencia de esta fruta, la producción y la demanda no habían dejado de aumentar de manera paralela, lo que se traducía en «precios razonables para todos los eslabones de la cadena de valor».
Esta estabilidad paró cuando en agosto de 2014 se estableció la prohibición de exportar caquis y otros productos agroalimentarios de Europa al mercado ruso.
Según indican, este era especialmente importante para el sector porque adquiría producto de segunda categoría y, de esa manera, contribuía a «desatascar los mercados europeos».




















