Las lluvias de esta semana han arruinado de manera cruel los cálculos que los agricultores hacían en sus cabezas con la venta del albaricoque este año. Iba a ser una de las mejores campañas de los últimos diez años, pero la meteorología es así de caprichosa. El agua que ha caído también en la Vega Alta en los últimos días ha causado grietas en la piel de ese fruto, concretamente en más de 10.000 toneladas de albaricoque de las variedades tempranas, casi el 20% de la producción total, que para este año es de 57.500 toneladas.
Más de doce millones de kilos que no van a poder encontrar salida en un mercado europeo con un déficit que Fecoam fijó la semana en 100.000 toneladas, y que hubieran supuesto unos ingresos de unos ocho millones de euros, teniendo en cuenta que el precio medio del albaricoque oscilaba ya entre 65 y 70 céntimos de euros por kilo. Un verdadero desastre que hace depositar todas las esperanzas de esta campaña en la variedad búlida, que no ha sufrido daños por encontrarse aún en crecimiento.
Además de un buen dinero en el bolsillo de los agricultores, las lluvias pueden llevarse por delante, como consecuencia, un número importante de jornaleros, que el año pasado se cifró en más de 6.000 sólo en la campaña del albaricoque, y que podrían no encontrar trabajo por culpa de estas pérdidas.
Buscando la rentabilidad, muchos agricultores dan un tratamiento químico a sus árboles para que los frutos salgan antes. El riesgo que corren es grande como es también el esperar su ciclo normal y tener que dejar que se pierda la cosecha por unos precios de mercado irrisorios.
