«Este acuerdo engloba lo que queremos que sea nuestra política comercial: un instrumento para el crecimiento pero también para proteger nuestros valores, controlar mejor la globalización y dar forma a las normas comerciales globales», indicó hoy en un comunicado el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker.
El político luxemburgués insistió en que el pacto ha sido objeto de un escrutinio «en profundidad» en la Eurocámara que «refleja el aumento de interés de los ciudadanos en la política comercial», y confió en que a continuación lo aborden los parlamentos de Estados miembros, que deben aún ratificarlo para que sea aplicado de manera integral.
Por su parte, la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, hizo hincapié en que el CETA es un acuerdo «progresivo» que «subraya nuestro fuerte compromiso con el desarrollo sostenible y protege la capacidad de nuestros gobiernos para regular por el interés público».
Malmström hizo alusión así a una de las críticas más recurrentes de los detractores del CETA, que temen que la implantación del sistema de tribunales para resolver litigios Estado-inversor que incluye el acuerdo pueda coartar la capacidad de legislar de los países en favor de empresas.