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Fruta de lujo en Japón

Una fresa a 400 euros, mangos y melones a 200, o manzanas a 14 son algunos de los caprichos que pueden encontrarse en las «boutiques» de fruta en Japón, país donde este alimento se considera más un objeto de deseo que una fuente de nutrientes.

Los impecables escaparates y vitrinas de la frutería Sembikiya, situada en la planta baja de la lujosa torre Nihonbashi Mitsui, protegen estos exclusivos productos que no están al alcance de todos los bolsillos.

«Buscamos las mejores frutas de Japón y de todo el mundo para venderlas», afirma orgulloso Ushio Oshima, responsable de la división de planificación y desarrollo de Sembikiya, mientras sostiene la joya de la corona -y pieza más cara-, un pequeño «musk melon» o melón cantalupo de 27.000 yenes (unos 232 euros).

Oshima pertenece a la sexta generación de fruteros de Sembikiya, fundada en 1834 por su ancestro, un samurái, y que pasó de vender fruta barata en Tokio a expandirse por todo el país y convertirse en la mayor proveedora de fruta de lujo de Japón.

Con música clásica de fondo, algunos dependientes reciben a clientes, otros colocan frutas en mallas de protección -no sin antes añadir un colorido papel de seda-, o revisan que las ya situadas en los expositores luzcan perfectas, sin ninguna marca o golpe.