El impacto que puede ocasionar el Brexit sobre los alimentos y para las comercializadoras hortofrutícolas dentro y fuera de las islas británicas es enorme, ya que Reino Unido es un 60 por ciento autosuficiente en materia de alimentos, por lo que es un importador neto de alimentos y productos agrícolas.
En 2016, Reino Unido importó una gran cantidad de alimentos, siendo frutas y verduras procedentes de España y Holanda los productos más destacados.
Los analistas señalan que la esterlina corre el riesgo de caer un cinco por ciento en el próximo año, lo que ejercerá presión sobre los precios. Reino Unido no tiene alternativas para los productos frescos, por lo que la mayor parte de ellos tendrá que seguir importándolos.