Así lo confirman los estudios realizados por la empresa familiar holandesa Koppert Biological Systems, que en 2017 celebra su 50 aniversario. Aunque muchos alimentos se producen en invernaderos, la mayor parte de la comida del mundo se cultiva en campos al aire libre.
En los invernaderos, las condiciones son fáciles de controlar, pero al aire libre es más difícil trabajar con los insectos y microorganismos beneficiosos. El cultivo al aire libre continúa usando principalmente agentes de control químico, a pesar de la presión creciente que ejercen las organizaciones ambientales y de consumidores.
Para responder a este importante reto, Koppert ya produce y comercializa en todo el mundo microorganismos beneficiosos como hongos y bacterias que son específicos para los cultivos al aire libre. El uso de estos microorganismos aumenta la resiliencia de los cultivos y enriquece la biodiversidad y el contenido de nutrientes del suelo. "Los fertilizantes artificiales y la protección química de los cultivos han estado presentes de manera demasiado dominante en los últimos años, afectando a la vida del suelo. Esto tiene que cambiar y aquí es donde hongos y bacterias pueden hacer una gran contribución", explica Paul Koppert, miembro del Consejo Ejecutivo de la compañía.
Gracias a una creciente batería de soluciones biológicas, Koppert asegura que el uso de la protección química puede reducirse considerablemente en los cultivos al aire libre en los próximos años. "Tenemos que avanzar hacia la agricultura y la horticultura que no funciona contra la naturaleza sino en armonía con la naturaleza".