Para las producciones de manzana, pera y kiwi se esperan pérdidas del 30, 20 y 25 por ciento, respectivamente, por "las deficientes condiciones de polinización y cuajado de los frutos".
En cuanto a la agricultura temporal de primavera y verano, las elevadas precipitaciones en mayo y las altas temperaturas de julio y agosto condicionaron el rendimiento del tomate, lo que llevó a una disminución de la producción del 15 por ciento.
A pesar de ello, el aumento del área plantada respecto a 2015 permitió que la producción superase los 1,5 millones de toneladas, la segunda mayor de las últimas tres décadas, aunque inferior a la de la campaña anterior.