Su incidencia se ha incrementado notablemente en los últimos años, especialmente en frutales de pepita, en los que se han registrado daños de hasta un 30 por ciento. Por lo tanto, en manzano y peral también se ha hecho imprescindible controlarla.
La monitorización de las poblaciones en todas las parcelas es la base para el diseño de un sistema de manejo integrado de la plaga, que combine diferentes métodos de control para evitar daños en la producción.