ILIP, uno de los principales fabricantes europeos de embalajes de alta calidad de plástico rígido termoformado para el sector alimentario y hortofrutícola, ya está lista para afrontar los desafíos europeos, pues está recorriendo esta ruta desde el 2012.
Entre las medidas previstas por el plan europeo desde el presente año al 2030, se encuentra el fomento del reciclaje y de la reutilización de materiales, con una “estrategia para las materias plásticas en la economía circular” específica que apunta hacia el ciclo cerrado: desde las materias primas hasta el producto acabado, y desde el final de su vida útil hasta un nuevo producto.
Un objetivo que el grupo ILPA ya alcanzó en 2012 con la integración vertical del reciclaje de botellas posconsumo en el sistema productivo, que permite a ILIP producir nuevos embalajes para alimentos de PET reciclado conformes con las normativas vigentes sobre contacto con alimentos: un bucle cerrado con el que se reducen los residuos, las emisiones de CO2 y el consumo de materias primas, asegurando al mismo tiempo un ahorro energético. Gracias a ello la empresa se presenta perfectamente alineada con las indicaciones de la Comisión Europea, a la vanguardia del sector de fabricantes de embalajes para alimentos.
El paquete de la Unión Europea también incluye medidas para la reducción de los residuos alimentarios, con el objetivo de alcanzar una disminución del 50% en el 2030. ILIP ha sido la primera empresa del sector que ha asumido un compromiso concreto sobre este tema, adhiriéndose desde el 2012 al proyecto Save Food, la campaña de la FAO y Messe Düsseldorf que actúa combatiendo el desperdicio alimentario a lo largo de toda la cadena de producción y distribución.
De esta manera ILIP hace realidad una visión holística del embalaje para alimentos que juega un papel fundamental en la lucha contra el desperdicio alimentario, el cual, por consiguiente, debe considerarse parte de la solución del impacto ético y medioambiental, y no una parte del problema.
Esta función se concreta en un diseño del embalaje estudiado para proteger lo mejor posible el producto, pero también en el desarrollo de embalajes activos que ayudan a aumentar la vida útil de los alimentos envasados y, por lo tanto, a reducir el desperdicio, y hacia esta dirección apuntan las líneas maestras de la investigación más desarrollo de ILIP.