La meta del sector citrícola local era exportar en el entorno de las 15.000 toneladas, un volumen más que interesante para ser el segundo año de ventas a ese destino. En 2014 se exportó mandarinas por 7 millones de dólares y este año se llegará a facturar 17 millones de dólares, según confirmó a El País Federico Montes, asesor del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca en citricultura.
Las empresas uruguayas, aún en tiempos difíciles, están apostando a una reconversión varietal; se llevan invertidos 4 millones de dólares entre plantas y viveros. Esa inversión está implicando que en los próximos cuatro o cinco años, Uruguay pueda contar con 2.500 hectáreas de cítricos que tienen un potencial de 100.000 toneladas de fruta, aunque la plena producción se verá dentro de 8 o 10 años.
Los principales desafíos del sector citrícola son "continuar afirmándose en Estados Unidos y desarrollar nuevas variedades", dijo Montes. La meta de Uruguay es darle valor añadido a la fruta remarcando atributos como el cuidado a la salud en la etapa productiva atacando a las plagas con métodos biológicos o bajando las cargas de pesticidas, así como remarcando la seguridad alimentaria, porque las frutas tienen trazabilidad.