El director general de la Asociación Española para Protección de las Plantas (Aepla), Carlos Palomar, añade el cambio climático y, sobre todo, el aumento de la temperatura, como otro factor que favorece que nuevas plagas y enfermedades lleguen para quedarse.
Para frenar su extensión, echa en falta controles más rigurosos y una mayor concienciación de la dimensión del problema de los encargados de los movimientos de plantas y material vegetal entre países y continentes.
En la actualidad, el arroz del Delta del Ebro sufre la amenaza del caracol manzana; el cereal castellanoleonés, la de la roya amarilla; perales y manzanos de La Rioja, la del moteado; muchos palmerales del país, la del picudo rojo; los pinos, la del nemátodo y perforadores, y los castaños de Málaga, la de la avispilla.
Palomar deja claro que "no se puede improvisar ante la llegada de una nueva plaga o enfermedad" y explica que desarrollar un nuevo producto, aunque sea adaptando un principio activo que ya esté en el mercado, "requiere tiempo y un largo proceso de autorización".
Avisa de que no todo tiene un final feliz, como las enfermedades vegetales provocadas por bacterias como la xyllella, que a día de hoy pasan por acotar su extensión y arrancar el árbol. La inexistencia de un procedimiento químico para controlar la xylella se debe a que se confina en los xilemas de los haces vasculares del tallo de la planta -por donde circula la savia y es muy complicado introducir la materia activa-, según precisa la investigadora científica del CSIC Blanca Landa.
Landa, que además es vicedirectora del Instituto de Agricultura Sostenible, volvió desolada hace unos meses tras ver los olivos afectados en Italia, donde ya se ha detectado la xylella en otras 12 especies agrícolas mediterráneas como el cerezo.
"No hay que entrar en pánico -advierte- pero puede ocurrir que si se produce una enfermedad endémica, ésta pueda cambiar el mapa agrícola". Sí alerta de que en España, un país de "monocultivos" de gran tradición como el olivo, el viñedo o los frutales "puede ocurrir una verdadera catástrofe" si la xylella fastidiosa llega, ya que "la cepa detectada en Italia puede afectar a más de 300 especies".
Para el secretario general de la asociación agraria valenciana AVA-Asaja, Juan Salvador Torres, la mayor amenaza de la citricultura mundial es la bacteria del greening o huanglongbing, que puede ser tan dañina como "la tristeza de hace 40 años".
"Los científicos dicen que su llegada a Europa es cuestión de tiempo" y, a su juicio, "falta voluntad política" para frenar la propagación de enfermedades vegetales. Pone como ejemplo la amenaza de la entrada la de la mancha negra de los cítricos desde Sudáfrica, ya que "hay intereses comerciales de los países del Norte de Europa que valen mucho más dinero que la agricultura" de la Unión Europea.
El vector o insecto que transmite el greening (diaphorina citri) ya se ha detectado en plantaciones de cítricos en Galicia pero, según confirma Landa, "hasta la fecha no hay un test que haya dado positivo" en que sea portador de la bacteria.
Torres está convencido de que "el peligro de plagas ha aumentado" y defiende que se dé prioridad a la agricultura en detrimento del comercio mundial y que la UE sólo deje entrar aquellos productos de países que garanticen que no padecen ninguna plaga agrícola.
El profesor Pedro del Estal, del Departamento de Entomatología de la Escuela de Agrónomos (Etsia) de la Politécnica de Madrid, no sabe "si hay más plagas o es que se conocen mejor", pero sí está seguro de que ahora hay "bastante más medios de control biológico" para controlarlas.
Del Estal, en un repaso por las plagas sufridas a lo largo de historia, como la de la mosca mediterránea de la fruta, que ha llegado a Puerto Rico este año. Las líneas de investigación en materia de plagas, comenta, se centran en el control biológico para hacer compatibles los insecticidas y la fauna, como por ejemplo, "que los insectos buenos se coman a los malos" de la manera más respetuosa con la naturaleza.