El «invierno caliente» que está afectando a toda Italia, especialmente en las zonas central y meridional, y que sólo hace pocos días ha rebajado ligeramente la temperatura, está infundiendo seria preocupación en los productores y distribuidores hortofrutícolas italianos. Además de surtir sus efectos sobre la psicología del consumidor que se halla un tanto desorientado sobre la estación en que se encuentra alterando sus hábitos adquiridos, ha hecho «enloquecer» los ciclos productivos induciendo a madurar con una anticipación de 1-2 meses cultivos masivos de hortalizas (especialmente alcachofas, lechugas, berenjenas y tomates). Es lo que ha sucedido, por ejemplo, con las alcachofas «romanescas» que normalmente se recogen en febrero y que este año han comenzado a llegar a la mesa del consumidor en diciembre. Consecuencia inmediata de todo ello ha sido la acumulación de una excesiva producción en los almacenes, con dificultad incluso de su envasado y transporte a los mercados, obligando en muchos casos a la destrucción de buena parte de los productos.
Y, lógicamente, el exceso de oferta en origen ha provocado notable descenso en la cotización en los mercados mayoristas. Así, por ejemplo, en el mercado de Milán las cotizaciones de alcachofas y lechugas han perdido hasta un 40% respecto del mismo período del año 2005. La verdura de hoja ancha se puede comprar a 30-50 céntimos/kg en las tiendas minoristas, con ganancia «0» para el productor.