Así aparece en una resolución del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación publicada en el Boletín Oficial del Estado por la que se convocan las subvenciones a esas iniciativas, que contarán con una ayuda máxima de 900.000 euros/proyecto.
Cuba, Ecuador, El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua, Etiopía, Mali, Níger, Senegal, los campamentos de población refugiada saharaui, Mauritania, los territorios palestinos, Filipinas y los países de Siria e Iraq -incluye Líbano, Jordania y Turquía-, centran el interés del Gobierno para su desarrollo agrícola y alimentario.
En dichos países y zonas geográficas, la Aecid apuesta como líneas de acción "el desarrollo rural y territorial y la agricultura como sector clave" y "una alimentación adecuada y suficiente frente a la crisis" con la "reducción de factores de vulnerabilidad".
En Cuba, entre las líneas de acción que se subvencionarán estarán las de proyectos que refuercen la diversificación agropecuaria y que a la vez tengan un enfoque de cadena de valor y tiendan a autoabastecer los mercados locales, así como la gestión integral de recursos hídricos con criterios ecológicos y de espacios naturales.
En Ecuador el objetivo es el desarrollo rural para promover oportunidades económicas para los más pobres, mientras que en El Salvador se priorizará los proyectos que mejoren la seguridad alimentaria y nutricional y en Haití la diversificación de los recursos agrícolas.
En Honduras, se ayudará en la promoción de sistemas de producción a pequeña escala sostenible y equitativos entre pequeños productores y, sobre todo, productoras, así como a medidas para el acceso a la seguridad alimentaria y a la nutrición.
El fortalecimiento de capacidades económicas para hacer frente al cambio climático y su impacto en zonas vulnerables del medio rural nicaragüense, con particular énfasis en iniciativas empresariales y de manejo de recursos hídricos, también es una prioridad para Aecid.
En Etiopía, se perseguirá una alimentación adecuada de la población, el fortalecimiento de las comunidades agropecuarias, la mejora del agua para consumo humano, ganadero y uso agrícola en las zonas de crisis alimentaria crónica y el incremento de la producción y productividad de cultivos agrícolas.
En Mali, además de una alimentación suficiente para las familias, también es necesario, según la Aecid, más control sobre los recursos productivos -tierras, agua y créditos, entre otros- y un apoyo a las cadenas de valor basadas en la agricultura familiar competitiva que favorezca el acceso de los productores a mercados a precios justos.
En Níger, las prioridades pasan por reducir las desigualdades y la vulnerabilidad a la pobreza extrema, por la promoción de las oportunidades económicas -después de lograrse aumentar el número de hectáreas de riego y el volumen de cereal- y la mejora de la distribución de productos agropastorales y agroalimentarios.
Para Senegal, el objetivo es el incremento del valor añadido de los productos agropecuarios transformados y la mejora de la comercialización de productos agropecuarios, mientras que en Mauritania se buscará poner en marcha sistemas de producción sostenibles de la mano de pequeños agricultores.
En los campamentos de población refugiada saharaui se apoyarán proyectos que impulsen la seguridad alimentaria y nutricional, mientras que en la Franja de Gaza, los que permitan el desarrollo rural a través del fomento de sistemas agrarios sostenibles con fuentes alternativas de agua y el acceso a mercados.
En Filipinas, el Gobierno quiere respaldar la acción humanitaria para conseguir una mejor seguridad alimentaria y nutricional, al igual que en los países africanos afectados por la crisis del ébola y por el conflicto en Siria e Iraq.