En ese banco, creado hace 30 años, las variedades tradicionales pueden permanecer conservadas durante muchos años en condiciones idóneas de temperatura y humedad.
La base de datos reúne los recursos fitogenéticos de hortícolas, frutales, moráceas y cultivos alternativos, que son regenerados cada diez años para garantizar su poder germinativo, pues de renovarse lo perderían.
Hasta ahora se han recuperado casi todas las variedades de hortícolas, principalmente tomates, pimientos, melones, calabazas y berenjenas, muchas de las cuales están volviendo a cultivarse, y también hay una amplia variedad de lechugas, brócolis, coliflores, cebollas y ajos.
Esas variedades proceden de parcelas de cultivo tradicionales en pequeños valles y zonas montañosas de la región de Murcia, y las hay también de provincias limítrofes y de otros países gracias al intercambio con diversos centros de investigación.
Uno de los objetivos de esta iniciativa es revalorizar el material autóctono, dado que, por ejemplo, determinadas variedades de tomate son más ricas en licopeno, que ayuda a prevenir el cáncer de próstata, y otras de pimiento contienen más vitamina C que el kiwi o el limón, lo que aporta mayor valor añadido a los consumidores.