El Gobierno de Hungría introduce un límite al margen de precios para los minoristas, lo que limita sus márgenes de beneficios en alimentos esenciales.
El objetivo de esta medida es controlar la inflación, que se encuentra en el 5,6 por ciento en febrero y con un aumento interanual superior al siete por ciento.
Esta medida fija que los supermercados y las tiendas no podrán ganar más de un 10 por ciento en 30 productos básicos, entre los que se encuentran las patatas, manzanas y tomates.
La decisión busca estabilizar los precios. El sistema usado para fijar el 10 por ciento pasa por restar el precio del proveedor al precio del consumidor, sin incluir el IVA. El gobierno de Viktor Orban fija que los productos de marca blanca no deben superar en proporción las cantidades que representaron en enero y febrero; y además deben vender al menos la cantidad diaria promedio de estos productos que fueron vendidos durante 2024.
Las sanciones por no cumplir estas normas pueden ir desde 1.247 euros hasta los 5.000 euros.
Estas restricciones no afectan a los comercios independientes, ya que sólo se aplican para aquellos grupos cuyos ingresos superan los 2,5 millones de euros.
Las cadenas de supermercados señalan que esta medida es competencia desleal, ya que beneficía a las tiendas independientes y castigan sobremanera a las multinacionales de la distribución situadas en Hungría.