Investigadores de la Universidad de Alicante (UA) están utilizando residuos de «Posidonia oceanica», una planta marina protegida, como sustrato de cultivo para «devolver al tomate sus propiedades organolépticas perdidas», según fuentes de esta institución
Esta iniciativa está enmarcada en los proyectos de estudio desarrollados por el Centro de Gastronomía del Mediterráneo Gasterra.
Ha sido liderada por el investigador principal Borja Ferrández Gómez, junto con Mar Cerdán Sala y Antonio Sánchez Sánchez, del grupo de investigación Química Agrícola, del Departamento de Bioquímica, Biología Molecular y Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Alicante (UA).
Los resultados obtenidos «no solo prometen revolucionar la calidad del tomate, sino también ofrecer una solución sostenible para gestionar los residuos de «Posidonia oceanica», un problema recurrente en las costas mediterráneas», según fuentes de la UA.
Aunque la posidonia desempeña un papel crucial en los ecosistemas costeros -oxigenando el agua, fijando sedimentos y sirviendo de refugio para numerosas especies marinas-, sus hojas muertas se acumulan en las playas, convirtiéndose en un problema de gestión de residuos, especialmente en zonas turísticas.
Actualmente, estos restos se retiran y trasladan a vertederos, donde tardan años en descomponerse debido a su lenta tasa de degradación.
El proyecto de la UA busca dar un nuevo uso a estos residuos, transformándolos en un recurso valioso para la agricultura.
«Nuestro objetivo era demostrar que la «Posidonia oceanica» no solo puede ser reutilizada, sino que también puede mejorar la calidad de los cultivos, en este caso, del tomate”, ha explicado Ferrández Gómez.
Enfoque innovador
El proyecto, desarrollado en el marco de la convocatoria 2024 de Gasterra, se centró en tres objetivos principales: incrementar las propiedades organolépticas del tomate, demostrar la eficacia de la «Posidonia oceanica» como sustrato de cultivo y evaluar su influencia en las propiedades fisicoquímicas de los frutos.
Para lograrlo, los investigadores acondicionaron los restos de posidonia y los mezclaron con diferentes compuestos para crear sustratos de cultivo.
Posteriormente, realizaron un estudio a escala de invernadero utilizando plantas de tomate cherry.
Durante el proceso, se evaluó el desarrollo vegetal y se analizaron las propiedades de los tomates en su primera fructificación.
«Los resultados fueron contundentes: la composición del sustrato tuvo un impacto directo en las propiedades organolépticas, la maduración y la calidad de los tomates», según fuentes de la UA.
En particular, los tomates cultivados con sustratos que incluían Posidonia oceánica mostraron «una mayor concentración de compuestos químicos asociados con aromas herbáceos, frescos, cítricos y dulces», han asegurado las mismas fuentes.
Cerdán Sala, coautora del estudio, ha destacado que «estos resultados confirman que el sustrato de cultivo puede ser una herramienta poderosa para mejorar el sabor y aroma del tomate»,
Economía circular
Más allá de sus beneficios para la agricultura, este proyecto representa un paso importante hacia la economía circular, un modelo que busca reutilizar los residuos para generar nuevos recursos y reducir el impacto ambiental.
Al transformar los restos de «Posidonia oceanica» en sustratos de cultivo, no solo se evita su acumulación en vertederos, sino que también se reducen los costes de gestión y se genera un beneficio económico a partir de su revalorización.
«Este proyecto es un ejemplo de cómo la investigación puede contribuir a resolver problemas ambientales y, al mismo tiempo, mejorar la calidad de los alimentos que consumimos», ha asegurado Antonio Sánchez Sánchez, miembro del equipo investigador.