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Calidad y precio determinan la compra de frutas y hortalizas

En la actualidad, la sociedad española está viviendo una época de importantes cambios, acentuados por la crisis económica que está afectando a los hábitos de compra de frutas y hortalizas.

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En este escenario, el objetivo principal del estudio realizado por la Fundación Mapfre es conocer el impacto de los estilos de vida a través de sus determinantes sociales y económicos, en los hábitos de compra y consumo, hacer un seguimiento de estos, así como sobre el conocimiento y percepción en sostenibilidad alimentaria, en una muestra representativa de la población adulta residente en España.

En primer lugar, se analizaron los hábitos de compra de la población española tras la pandemia. Los resultados obtenidos muestran que no se observan diferencias, por rangos de edad, en la frecuencia de compra de frutas y hortalizas frescas.

Mayoritariamente, los alimentos frescos se compran dos o tres veces por semana en todos los grupos de edad.

El factor que más influye a la hora de comprar alimentos frescos es la calidad del producto (47,7 por ciento), seguido del precio (42,6 por ciento) y la variedad y proximidad al domicilio (35,8 por ciento).

Se observa que, a mayor edad, mayor influencia de la proximidad al domicilio a la hora de escoger el lugar de compra de las frutas y hortalizas en fresco. Además, se observa a mayor edad, un mayor aumento de la influencia de la variedad de la cesta de la compra de frutas y hortalizas.

Asimismo, entre el segmento de población que ha visto empeorada su situación económica de a raíz de la pandemia, se observan cambios en la decisión alimentaria entre los que destacan la mayor compra de productos de marca de distribución, la compra de productos de menor precio y la búsqueda de establecimientos de menor precio.

Destaca, además, que el 14,4 por ciento de esta población ha tenido que recurrir a programas de ayuda alimentaria.

Por otro lado, al analizar la influencia de la renta en la decisión alimentaria, destaca la disminución en el consumo de frutas y verduras, amén de carnes y pescados, especialmente en los grupos de rentas más bajas. Además, en todos los grupos de población, se observa una tendencia a comprar productos de menor precio.