Los expertos se han centrado en analizar estas comunidades que habitan en ecosistemas de cultivo con cubiertas plásticas en fincas convencionales y ecológicas en los últimos 25 años.
Con su trabajo, del que ha informado la Fundación Descubre, han confirmado que este tipo de residuos, así como los restos de pesticidas, afectan de forma negativa a la mayoría de estos microorganismos, que participan en procesos biológicos para mantener la fertilidad y la salud del suelo.
Los acolchados plásticos se utilizan en la agricultura para reducir el consumo de agua de riego, al limitarse la evaporación del agua aplicada, el crecimiento de malas hierbas, controlar la temperatura del suelo y aumentar la eficiencia en el crecimiento de las plantas.
Estas suelen estar elaboradas de materiales plásticos como el polietileno de baja densidad (LDPE), el polietileno de alta densidad (HDPE) o el polipropileno, conocidos por su durabilidad, resistencia a la intemperie, a la radiación solar y otras condiciones específicas del entorno agrícola.
Este método de cultivo presenta ventajas como la reducción del uso de herbicidas, dado que las malas hierbas no suelen proliferar bajo los acolchados plásticos a la intemperie y ejercen una barrera física, motivo por el que se emplean habitualmente en la agricultura ecológica.
No obstante, cuando este material se desgasta, se desprenden fragmentos diminutos de plástico, en ocasiones impregnado con pesticidas en el caso de la agricultura tradicional, que caen al terreno.
«Aunque hay métodos para gestionar la retirada de las cubiertas plásticas, entre un 10 y un 20 % de este material se queda en el suelo«, ha explicado el investigador de la Universidad de Almería Raúl Ortega.
Afecciones de microplásticos al suelo
El equipo científico se centró en cómo estos microplásticos, del tamaño aproximado de una lenteja, afectan a los microorganismos y a las propiedades del suelo.
En concreto, seleccionaron fincas ecológicas y otras convencionales de horticultura intensiva mediterránea en la zona de Cartagena (Murcia) para comprobar si el plástico impactaba de forma distinta a las comunidades microbianas y fúngicas de un sistema u otro.
En estudios previos comprobaron que los plásticos son capaces de adherir pesticidas en su superficie, por lo que la vida media de estos insumos agrícolas se incrementa y acaba en los mismos lugares que el plástico al que está adherido.
En la investigación han determinado cómo las comunidades bacterianas y fúngicas respondían a la presencia de microplásticos y pesticidas en el suelo, tal y como lo hacen con la materia orgánica, nivel de nutrientes o disponibilidad de agua.
De esta forma, han concluido que algunas comunidades de bacterias se sentían «atraídas» hacia el material plástico, mientras que otras no, y los hongos en general lo ignoraban.