La Agencia Valenciana de la Innovación (AVI), en el marco de los Proyectos Estratégicos Colaborativos, financia el proyecto Postharvestlife, que desarrollará nuevas estrategias de biocontrol contra Penicillium digitatum y Galactomyces citri-aurantii, dos de los hongos postcosecha en cítricos que más pérdidas ocasionan cada campaña.
El proyecto cuenta con una ayuda total de 747.766,50 euros y un presupuesto de 867.953,32 euros, y en él colaboran el Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC), el centro tecnológico AINIA, la PYME Darwin Bioprospecting y Frutínter.
Según han explicado todas las partes en un comunicado, «estas innovadoras estrategias de biocontrol se basan en la utilización de determinados microorganismos, aislados de la propia microbiota de los cítricos, que poseen la capacidad única de inhibir el crecimiento de los hongos causantes de las patologías mencionadas».
La actividad fungicida de centenares de cepas será cribada in vitro y ex vivo¸ y las más prometedoras serán testadas y validadas in vivo. Además, para que estos microrganismos sean eficaces y permitan sustituir a los actuales fungicidas químicos, se optimizará su actividad fungicida y se estabilizarán de manera apropiada, manteniendo su viabilidad mediante técnicas de microencapsulación que aseguren y prolonguen su presencia en el tiempo.
Como resultado de la ejecución de Postharvestlife, «dispondremos de un nuevo sistema de control integrado que sustituya a los actuales fungicidas químicos durante la postcosecha de cítricos», detallan.
Además, «la investigación en el uso de estos agentes naturales para sustituir a los fungicidas químicos supondrá un innovador avance en el tratamiento no sólo de los cítricos, sino de otros frutos y hortalizas con las mismas problemáticas».
Pérdidas de hasta el 45 %
Los cítricos son el cultivo hortofrutícola con mayor producción en España, siendo la Comunidad Valenciana la principal región productora a nivel nacional.
Se estima que el 45 % de la producción de frutas y verduras se pierde por defectos de calidad o podredumbre y, en el caso de los cítricos, Penicillium digitatum es uno de los principales patógenos, ya que es el causante de la podredumbre verde, una de las principales enfermedades que afectan a los cítricos en la etapa postcosecha. Este patógeno puede causar hasta el 80 % de las podredumbres.
Por otro lado, Galactomyces citri-aurantii (anteriormente conocido como Geotrichum candidum) causa la podredumbre ácida, una patología que, si bien no es tan grave como la podredumbre verde o la azul, sigue siendo crítica para los cítricos, especialmente en campañas lluviosas.
En la actualidad, hay muy pocos fungicidas registrados que sean eficaces frente a G. citri-aurantii, especialmente desde que se retiró del mercado la guazatina en 2011 y el propiconazol en 2019.
Para ambos hongos, el tratamiento tradicional de control ha sido a base de fungicidas sintéticos, que tienen repercusiones negativas en salud humana y en el medio ambiente. Además, cada vez hay más cepas resistentes a estos fungicidas.
Demanda sostenible
La población demanda, cada vez más, alimentos que sean mínimamente tratados con productos químicos de síntesis, como son los herbicidas, los insecticidas o los fungicidas, ya que pueden suponer un riesgo para su salud o para el medio ambiente.
Esta demanda está llevando a que cada vez más disposiciones legales limiten o restrinjan el uso de estos productos químicos.
De hecho, la estrategia de la Unión Europea (UE) ‘Farm to fork’, dentro del Pacto Verde Europeo, tiene como objetivo reducir en un 50 % el uso de plaguicidas químicos para el año 2030, al mismo tiempo que pretenden aumentar la producción ecológica, con el objetivo de alcanzar un 25 % de la producción total.
Además, esta estrategia también pretende reducir el desperdicio alimentario en un 50 % en toda la Unión Europea antes del 2030.