El Banco Mundial (BM) ha asegurado que América Latina y el resto de regiones en desarrollo necesitan invertir más en agricultura, si quieren alcanzar su objetivo de reducir la pobreza extrema a la mitad para el año 2015.
El organismo insiste en su informe anual sobre desarrollo que la agricultura y el sector rural han sufrido de negligencia y escasas tasas de inversión durante las dos últimas décadas.
Una evaluación independiente realizada a nivel interno reveló recientemente que el propio Banco, que obtiene financiación de los países ricos para reducir la pobreza en el mundo en desarrollo, incitó al pecado del que ahora acusa a los demás.
El análisis del Grupo de Evaluación Independiente (IEG) destaca que la institución financiera relegó al sector agrícola a un segundo plano durante años en el África subsahariana, donde la mayoría de la población depende del campo para su subsistencia.
El citado estudio saca a colación, por ejemplo, que durante las décadas de los 80 y 90, cuando los gobiernos africanos sufrían severas crisis fiscales, el BM instó al sector público a retirarse de la agricultura, al asumir, erróneamente, que el sector privado cubriría el vacío dejado por los Estados.
El documento destaca que las políticas del BM de los 80 y 90, que instaron a los gobiernos africanos a reducir o eliminar los subsidios a los fertilizantes, eliminar los controles de precios y privatizar, pueden haber mejorado la disciplina fiscal, pero no la producción alimenticia en un continente que se muere de hambre.
El Banco Mundial asegura que las conclusiones de ese informe son cosa del pasado e insiste en que ha adoptado ya la principal recomendación del análisis independiente, la de invertir más en el sector agrícola.
El estudio publicado, que lleva el título de «Agricultura para el Desarrollo», menciona, en ese sentido, que el BM comprometió 3.100 millones de dólares en ayuda a la agricultura y el sector rural en el mundo durante el año fiscal 2007, una cifra que ha aumentado por cuarto año consecutivo, según el organismo.
Los préstamos al sector agrícola en África, que se redujeron a un mínimo de 123 millones de dólares en el año 2000, frente a los 419 millones de 1991, aumentaron a 295 millones en el 2005 y 685 en el 2006, según la entidad financiera.