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Invernaderos solares, la solución del presente y futuro para alimentar al planeta

El Congreso Inversolar “El futuro es aquí” ha contado con la participación del científico norteamericano Gary Stutte, quien ha viajado hasta Almería para explicar cómo la agricultura que se practica en los invernaderos solares se ha convertido en un modelo de inspiración.

Se espera que la población mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, pasando de los 7.900 millones actuales a los 10.000 millones en 2050. Este aumento demográfico pasa inexorablemente por abordar el reto de cómo alimentar a esa población, en un contexto en el que el cambio climático hará que cada vez sea más difícil producir alimentos por la escasez de un recurso tan importante como es el agua.

 

Resolver este reto desde la óptica de la agricultura ha sido el objetivo del III Congreso Inversolar, celebrado bajo el lema “El futuro es aquí”, que se clausuró el viernes tras dos días de ponencias en las que han participado diversos expertos nacionales e internacionales que han abordado esta problemática poniendo el foco en los invernaderos solares como un recurso no solo eficaz, sino sostenible para producir más con menos y respetando el medio ambiente.

 

Eficacia y sostenibilidad son las dos palabras que más se han escuchado durante estos dos días de conferencias para resolver este importante desafío. El sector de los invernaderos ya está preparado para afrontar este envite y no es la primera vez que lo hace, “ya lo ha demostrado durante la pandemia garantizando a los consumidores frutas y hortalizas sin que el mercado se haya visto mínimamente resentido”, aseguró Francisco Góngora, presidente de Hortyfruta; y este buen hacer de la cadena agroalimentaria, de la que forman parte los invernaderos, es lo que ha permitido que “esta haya sido la primera gran pandemia en la que no ha habido hambruna”, reconoció el economista Daniel Lacalle, quien señaló que “los invernaderos son el gran petróleo que tenemos en este país”.

No en vano, en las 35.000 hectáreas de cultivos bajo abrigo existentes en las provincias de Almería y Granada, se producen anualmente unos 4,5 millones de toneladas de productos hortofrutícolas, el equivalente al total de productos hortofrutícolas que cultiva Alemania, con las que se alimenta a 500 millones de personas en Europa.

Por eso, “proteger esta forma de cultivo y evitar que se siga demonizando en la sociedad es el principio primordial para seguir garantizando alimentos saludables como los que se cultivan en estos invernaderos”, afirmó Luis Miguel Fernández, gerente de Coexphal. Tal es la importancia de los invernaderos que Antonio Jesús Meléndez, catedrático de Nutrición y Bromatología, los ha definido como una “fábrica de carotenoides” o lo que es lo mismo, “una fábrica de salud”. Tal y como explica Meléndez “los carotenoides son unos pigmentos naturales responsables del color de muchos alimentos y son esenciales para el desarrollo de las plantas, su supervivencia y su propagación, por eso son esenciales para dar de comer al mundo”. Pero es que, además, “algunas de estas sustancias son precursoras de la vitamina A, uno de los nutrientes más importantes para combatir la desnutrición en el mundo”, apuntó Meléndez. 

 

Se da la paradoja de hablar del reto de alimentar al mundo cuando un tercio de los alimentos se tiran a la basura y mientras que 800 millones de personas se mueren de hambre en el mundo. Concretamente, en el caso del campo, el 14% de lo que se produce se acaba tirando, esto ocurre porque “hay muchos descuadres entre la oferta y la demanda lo que impacta directamente en el precio y hace que en muchas ocasiones no salga rentable comercializar algunos productos”, explicó la matemática Mar Grande. “Anticipar el comportamiento del mercado, conocer la cantidad de producto disponible y el precio del mismo resultará esencial para definir mejor la estrategia para la comercialización y nos ayudará a reducir la pérdida de alimentos y a generar mayores rentabilidades en el sector. Todo esto puede predecirse gracias a la inteligencia artificial”, reveló Grande.

 

No es ciencia ficción, como tampoco lo es los experimentos que se están desarrollando para cultivar plantas en el espacio. Para hablar de ellos, Inversolar contó con la participación del científico Gary Stutte, que ha trabajado en el Centro Espacial Kennedy de la NASA donde ha liderado varias investigaciones para cultivar plantas en microgravedad. En este sentido, los “invernaderos constituyen una gran inspiración para nosotros porque han aprendido a cultivar en ambientes controlados y son un gran ejemplo de sostenibilidad, aprovechamiento de los recursos, productividad e innovación, cuatro ejes estratégicos sobre los que se asientan nuestras investigaciones”, desveló el científico estadounidense.

 

Resolver el gran reto del agua

El agua es, sin duda alguna, el insumo más importante para la vida, y a la vez, el más escaso, a pesar de que el 70% de la Tierra esté cubierto por agua. Sin embargo, solo un pequeño porcentaje, el 0,025%, es apto para el consumo humano. Esto, unido al efecto devastador que el cambio climático está teniendo sobre la sequía, hace que el agua sea un bien preciado al que es necesario cuidar.

Eso bien lo saben en Almería, donde a pesar de que el 24% de su territorio es árido, se ha conseguido levantar la mayor huerta de Europa. La gestión del agua ha centrado una parte importante de las ponencias de Inversolar, donde se han desvelado varios proyectos que ya están en marcha para cultivar plantas tolerantes a la sequía a través de bioestimulantes, los avances en biotecnología para conseguir ahorros en el consumo de agua desde las necesidades de la planta o la producción de agua fertilizada para el riego de invernaderos como una posible solución al alto coste energético que supone la desalación.