El sexto informe de evaluación del IPCC, que este grupo de especialistas climáticos ha publicado este lunes y que actualiza desde 2014 lo que se sabe acerca del calentamiento global y sus efectos, señala que la mediterránea es una región de “relativa alta vulnerabilidad” frente ala crisis climática, aunque con “grandes asimetrías” e impactos más severos en el sudeste.
El documento prevé una reducción de las aportaciones hídricas en la cuenca Mediterránea de entre un 4 y un 8 %, un riesgo que será inevitable “con acciones o sin ellas”, asevera en rueda de prensa Jofre Carnicer, uno de los 270 autores del informe -científicos de 67 países diferentes- y especialista en impactos climáticos en el Mediterráneo.
“Tenemos que trabajar en la adaptación”, insiste por su parte Marta Rivera-Ferre, coautora del capítulo 8 y también experta en esta temática, que recomienda medidas como el incremento de la materia orgánica en los suelos para mejorar su rendimiento y, al mismo tiempo, favorecer la mitigación, pues se incrementaría su capacidad de secuestrar carbono.
Rivera-Ferre subraya en concreto el “riesgo elevadísimo” proyectado para el sudeste español, que -recuerda- es “la canasta de producción de verduras europea”, y destaca la dificultad para transformar y diversificar un modelo agrícola dominado por el monocultivo, como es el de Europa, y donde la producción intensiva “ha degradado los suelos”.
Todo el continente europeo experimentará pérdidas de producción agrícola a lo largo del siglo XXI, anuncia el IPCC, costes que no se verán compensados por las ganancias que podrían observarse en los países nórdicos.
Si el planeta se calienta 2 ºC desde los niveles preindustriales para 2100 -los compromisos de reducción de emisiones que los gobiernos han adoptado llevan al mundo hacia un calentamiento de 2,7 ºC, según la ONU-, más de un tercio de la población del sur de Europa vivirá con escasez hídrica, lo que impactará negativamente a su seguridad alimentaria, su salud y su economía.
Si se alcanzan los 3 ºC de calentamiento, la cifra de personas expuestas a la falta de agua se duplicará hasta dos tercios de la población del sur de Europa, alerta el informe, que es una llamada a la acción urgente «sin mayor dilación» a través de “medidas transformadoras” de mitigación y de adaptación para paliar los impactos de la crisis climática.
Así, aunque algunas consecuencias ya son inevitables, su magnitud y alcance difieren según los niveles de calentamiento: por ejemplo, el número de muertes y de personas en riesgo de estrés térmico podrá ser hasta tres veces mayor en un escenario de 3 ºC (siempre respecto al periodo 1850-1900) que en el recomendado de 1,5 ºC.
El nivel del mar podrá subir entre 20 centímetros y más de un metro en la región mediterránea, donde un “un 37% de la costa (con 42 millones de personas) es de altura baja y estaría afectada por este riesgo extremo”, apunta Carnicer.
Los daños causados por las inundaciones costeras se multiplicarán al menos por 10 a finales del siglo XXI e «incluso más o antes» con los esfuerzos actuales de adaptación y mitigación, reza el informe.
El IPCC incide en que hay una ventana de oportunidad que “se está cerrando” y que pasa por impulsar un cambio de comportamiento “combinado con intervenciones en edificios, refrigeración de espacios y planificación urbana para gestionar los riesgos del calor; restauración, ampliación y conexión de zonas protegidas para los ecosistemas”.
Frente al desafío agrícola, los científicos desaconsejan apostar por la irrigación, sobre todo en el contexto de estrés hídrico que previsiblemente se agravará a medida que aumente la temperatura.