Latinoamérica

El limón argentino se abre camino en Rusia gracias al embargo ruso a UE

El limón argentino se abre camino en Rusia pese a los miles de kilómetros que separan a los dos países, favorecido por la salida de este mercado de otros productores tradicionales como España, perjudicados por el embargo de Moscú a los alimentos procedentes de la Unión Europea.

"España ya no puede traer limones", ha reconocido a Efe Roberto Nicolás, asesor de marketing de All Lemon, un sello de calidad que agrupa a dieciséis productores de limones de toda Argentina.

Esta asociación y otros productores de limón argentinos han hecho un espectacular despliegue en la en la feria de alimentación WorldFood que se celebra estos días en Moscú.

"Hay dos razones para la gran presencia del limón en el expositor de Argentina este año. La primera es que somos una potencia productora. Y la segunda es que España ha tenido pocos limones este año", precisa Nicolás, reacio a hablar de sus competidores y del embargo ruso a los alimentos europeos.

En tan sólo un año, All Lemon ha incrementado en un 80 por ciento sus exportaciones de limón a Rusia, según Nicolás.

Otro productor de cítricos argentinos presentes en la feria, Jorge Morresi, con quince años de exportaciones al mercado ruso, se muestra más cauto y reconoce que tanto el océano que separa Rusia de Argentina como el coste de producción en el país austral hacen menos competitivos sus naranjas y limones.

"Sudáfrica está más cerca de Rusia, recoge la cosecha en la misma temporada y tiene un coste de producción mucho menor, de un dólar y medio por caja", afirma Morresi.

El embargo ruso contra la UE, adoptado en respuesta a las sanciones de Bruselas por el papel de Moscú en la crisis de Ucrania, ha provocado sólo el año pasado una caída de importaciones de alimentos españoles a Rusia valorada en 785,3 millones de euros.

Por si fuera poco, a las sanciones se ha sumado una recesión en Rusia que dura ya más de dos años, agravada por la fuerte depreciación del rublo, que ha perdido más de la mitad de su valor.

El embargo ha provocado un cambio histórico en el mercado de la alimentación ruso, que ha abierto las puertas a nuevos productores, entre ellos muchos países de América Latina, y ha impulsado el sector agroalimentario interior, uno de los pocos que crece en la actual situación económica.